PRECURSORES DE LA LITERATURA FANTÁSTICA EN ANCASH: JOSÉ RUIZ HUIDOBRO (1)
Por: Rodolfo Sánchez
Coello.
1. NARRATIVA FANTÁSTICA, UNA METÁFORA DE
LA VIDA:
Lo fantástico es
la duda experimentada por un ser que sólo conoce las leyes
naturales,
frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural.
Tzvetan Todorov.
Siguiendo la idea de Vicente Huidobro,
el poeta es una especie de minúsculo dios; y en esta perspectiva, el escritor
asiduo a lo fantástico, toma elementos del mundo en aras de edificar una
representación, para lograr un efecto de realidad que cause la participación
del lector, que ha de creer en la “verdad” del mensaje como copia de lo real
por medio de la escritura[1].
En caso del escritor de literatura fantástica, añade quiebres dentro de la
representación, utilizando escenarios extraordinarios o inexplicables, pero que
dentro del ámbito narrado resultan naturales y comprensibles. En este tipo de
literatura no se aprecia cuestiones asombrosas en sí mismas, sino hechos que
partiendo de la realidad ingresan a lo fantástico, con el único fin de
simbolizar tabúes, sueños o vacíos de las personas, aspectos vedados por la
sociedad o incluso, preocupaciones y angustias del escritor. Así entendido, lo
fantástico es una metaforización de lo posible.
Es por ello que la literatura fantástica
difiere de la literatura maravillosa, en tanto que la primera concentra
su acción sobre hechos fácticos en un mundo creíble, que mediante la creación
de una atmósfera truculenta, inserta la intromisión de algún elemento
inexplicable, ilógico, que enriquece el mundo literario, básicamente cotidiano,
volviéndolo extraño; mientras que en la literatura maravillosa toda acción se
desarrolla en ambientes sobrenaturales o exóticos de principio a fin, poblado
de seres mágicos y surreales, casi siempre de estilo infantil y soñador, en un
ambiente poético y maravilloso; enmarcado en lo que Rafael LLopis
denomina tradición de raíz blanca[2];
en contraposición a la tradición de raíz negra, de tendencia macabra y a veces
oscurantista.
La literatura fantástica en el flujo de
su propia elaboración propone un desequilibrio entre lo real y lo irreal,
siempre, como expectoración literaria del escritor para reflejar de manera
consciente o inconsciente, sus ideales, temores, vacíos o constructos del
mundo.
2. ASPECTOS SOBRE LA LITERATURA FANTÁSTICA EN ANCASH:
Aparte de servir como medio de expresión
interior a través de alegorías, como es natural en los relatos de corte
fantástico, los escritores de Ancash adscritos a este tipo de narrativa
postulan un escapismo de la tradición literaria andina para centrarse en lo
onírico como hilo conductor.
Bioy Casares afirma que los relatos fantásticos presentan leyes, incluso a
veces, leyes especiales para cada cuento[3],
de lo que se colige una ley que representa una característica común de nuestros
literatos autóctonos: la instrumentalización de la trama como alternativa
literaria frente a las limitaciones de un escenario con personajes e ideas
típicamente andinos – casi hegemónica en escritores de la sierra de Ancash – ya
sea desde una visión moderna o tradicionalista, para la expresión
de sentimientos con rasgos occidentalizados o simplemente, más contextualizados
a la medida del espíritu personal.
Ciertamente, los relatos fantásticos no
han tenido una amplia cantera, sin embargo, si bien son textos aislados,
pertenecen al universo de la literatura ancashina, y desde su eclosión lograron
definir un camino para el florecimiento de una narrativa de calidad innovadora,
con visos a promover en las nuevas generaciones la amplia gama de
posibilidades que ofrece el arte de la escritura.
3. PRECURSORES DEL CUENTO FANTÁSTICO EN ANCASH:
Evidencias de literatura fantástica en
el Perú pueden rastrearse desde los orígenes de la civilización incaica, que
surcan desde las leyendas orales quechuas, algunos relatos coloniales, hasta la
consolidación literaria del género en épocas más cercanas. Estuardo Núñez
señala que “el cuento es una nueva expresión de narrativa que sólo aparece en
el Perú, con caracteres vigorosos, a partir de fines del siglo XIX, ya que con
anterioridad a esa época sólo se perfiló el auge de la llamada tradición,
especie de cuento histórico y evocativo creada por Ricardo Palma[4].
En consecuencia, en el Perú el cuento fantástico de tendencia tenebrosa ha
tenido una eclosión iniciadora muy significativa durante el Modernismo, siendo
influencias importantes la narrativa de Clemente Palma, Ventura García Calderón
– y cabría mencionar a Octavio Araya y Abdón Pajuelo, como iniciadores del
cuento modernista en Ancash. El Modernismo acogió de manera muy favorable
los mundos fantásticos y de índole exótica, con un estilo que llevó al éxtasis
y la belleza a muchos artistas[5];
y Ancash fue partícipe de este desarrollo histórico literario, puesto que la
aparición de relatos inscritos en lo fantástico en Ancash se dio entre 1885 y
1925, etapa coincidente con un periodo de constante interacción y
estrechamiento de lazos entre escritores ancashinos con personalidades de la
intelectualidad de la capital, que posteriormente han alcanzado el nivel de
clásicos de las letras peruanas; los cuales en su momento abrieron el escenario
para el reconocimiento de los aportes y la valoración del talento de estos
escritores regionales.
En esta etapa literaria, cabe citar a José
Ruiz Huidobro quien contribuyó significativamente e la narrativa fantástica.
3.1. JOSE RUIZ HUIDOBRO:
ACTIVIDAD LITERARIA
DE RUIZ HUIDOBRO
Nació en Vicos, provincia de Carhuaz
el 25 de mayo de 1885, y murió en Lima el 8 de junio de 1945. Desarrolló una
intensa actividad periodística como redactor de la revista “La Neblina”
(1904), así como en el diario “El Departamento” en calidad de director (1916
a 1026) y fundó el diario “La República” (1927). Luego fue un asiduo
colaborador de revistas y diarios de Lima.
Su pasión por la narrativa lo llevó a
abordar las más diversas vertientes, desde el cuento con el libro “Aquel
panfletario” (1926), hasta la novela, entre las que se puede citar “Historia
de un dolor” (1917) y “Derrota” (inédita).
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Aparte de su labor como periodista,
narrador y poeta, se dedicó a la ardua tarea del autodidacta.
LA INCERTIDUMBRE DE LA MUERTE:
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Edición en rústica de "Aquel panfletario", 1926 |
En este relato, Néstor Gonzáles, antiguo
sepulturero del cementerio de Belén, deja por escrito en sus memorias las
vivencias y avatares de los cadáveres, que impulsados por un hálito inyectado
por la quietud de la noche, reviven sus aventuras probablemente inacabadas en
vida, con cuerpos agostados y corrompidos, pero con impetuoso ardor.
El día 6 de marzo (el cuento se presenta como un diario) relata de forma directa el inicio de tan macabras escenas, tomando como marco, la arquetípica asociación de lo sobrenatural con la luna. “La luna por entre gruesos nubarrones, apenas alumbra… Mis muertos se pasean. Desde acá los veo. Poco a poco van saliendo de sus nichos y comienzan a estirar los brazos y las piernas para desentumecerse. Pobrecitos. Tienen que permanecer tendidos de espaldas dieciocho horas, para poder distraerse unas cuatro o cinco horas”[8].
En el fragmento se aprecia el nexo de
intimidad que el personaje ha establecido con los muertos, evidenciado en el
trato de pertenencia con aquellos cuerpos inertes, sin vida, patéticos, dignos
de compasión; sin que tal estado descalifique el amor por ellos. De este relato
se determinan algunas ideas referidas al ámbito desconocido de la muerte,
que se intenta describir como la continuación de la vida, tal cual es la
existencia en este mundo. Es consecuente por ello que el autor utilice el
recurso del diario episódico para presentar hechos increíbles, técnica que
logra presentar los hechos de la manera más familiar posible, puesto que no
sólo son contados, sino que fueron vividos.
El relato aparte de graficar unas
memorias, aclara la intención de reflejar la vida en la muerte, es un paso a
tientas sobre lo desconocido en un intento de comprenderlo, aunque sea
desde la imaginación, porque la perplejidad del hombre ante la muerte, sólo es
factible de disiparse elaborando imágenes de lo
ininteligible.
[1] MARCHESE, A, y
FORRADELLAS, J. Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria.
Ariel S.A. Barcelona. 1994. p. 347.
[3] BIOY CASARES,
A., BORGES, J. y otros. Antología de la literatura hispanoamericana. España.
1977.
[4] Núñez, Estuardo (1965): La literatura peruana en
el siglo XX (1900-1965). Editorial Pormaca. México.
[8] FERNÁNDEZ
CUENCA, Justo. Antología de cuentistas ancashinos. Fondo Editorial de Huaraz .
2014. P. 53. Todas las cursivas son extraídas de esta compilación.