martes, 29 de diciembre de 2015

PRECURSORES DE LA LITERATURA FANTÁSTICA EN ANCASH: JOSÉ RUIZ HUIDOBRO (1)
Por: Rodolfo Sánchez Coello.
1. NARRATIVA FANTÁSTICA, UNA METÁFORA DE LA VIDA:

Lo  fantástico es la duda experimentada por un ser que sólo conoce las leyes
 naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural.
Tzvetan Todorov.

Siguiendo la idea de Vicente Huidobro, el poeta es una especie de minúsculo dios; y en esta perspectiva, el escritor asiduo a lo fantástico, toma elementos del mundo en aras de edificar una representación, para lograr un efecto de realidad que cause la participación del lector, que ha de creer en la “verdad” del mensaje como copia de lo real por medio de la escritura[1]. En caso del escritor de literatura fantástica, añade quiebres dentro de la representación, utilizando escenarios extraordinarios o inexplicables, pero que dentro del ámbito narrado resultan naturales y comprensibles. En este tipo de literatura no se aprecia cuestiones asombrosas en sí mismas, sino hechos que partiendo de la realidad ingresan a lo fantástico, con el único fin de simbolizar tabúes, sueños o vacíos de las personas, aspectos vedados por la sociedad o incluso, preocupaciones y angustias del escritor. Así entendido, lo fantástico es una metaforización de lo posible. 
    
Es por ello que la literatura fantástica difiere de la literatura maravillosa, en  tanto que la primera concentra su acción sobre hechos fácticos en un mundo creíble, que mediante la creación de una atmósfera truculenta, inserta la intromisión de algún elemento inexplicable, ilógico, que enriquece el mundo literario, básicamente cotidiano, volviéndolo extraño; mientras que en la literatura maravillosa toda acción se desarrolla en ambientes sobrenaturales o exóticos de principio a fin, poblado de seres mágicos y surreales, casi siempre de estilo infantil y soñador, en un ambiente poético y maravilloso; enmarcado en lo que  Rafael LLopis  denomina tradición de raíz blanca[2]; en contraposición a la tradición de raíz negra, de tendencia macabra y a veces oscurantista.   
    
La literatura fantástica en el flujo de su  propia elaboración propone un desequilibrio entre lo real y lo irreal, siempre, como expectoración literaria del escritor para reflejar de manera consciente o inconsciente, sus ideales, temores, vacíos o constructos del mundo.  

2. ASPECTOS SOBRE LA LITERATURA FANTÁSTICA EN ANCASH:

Aparte de servir como medio de expresión interior a través de alegorías, como es natural en los relatos de corte fantástico, los escritores de Ancash adscritos a este tipo de narrativa postulan un escapismo de la tradición literaria andina para centrarse en lo onírico como hilo conductor.

Bioy Casares afirma que los relatos fantásticos presentan leyes, incluso a veces, leyes especiales para cada cuento[3], de lo que se colige una ley que representa una característica común de nuestros literatos autóctonos: la instrumentalización de la trama como alternativa literaria frente a las limitaciones de un escenario con personajes e ideas típicamente andinos – casi hegemónica en escritores de la sierra de Ancash – ya sea desde una visión  moderna o tradicionalista,  para la expresión de sentimientos con rasgos occidentalizados o simplemente, más contextualizados a la medida del espíritu personal.

Ciertamente, los relatos fantásticos no han tenido una amplia cantera, sin embargo, si bien son textos aislados, pertenecen al universo de la literatura ancashina, y desde su eclosión lograron definir un camino para el florecimiento de una narrativa de calidad innovadora, con visos a promover en las nuevas generaciones la amplia gama  de posibilidades que ofrece el arte de la escritura.     

3. PRECURSORES DEL CUENTO FANTÁSTICO EN ANCASH:

Evidencias de literatura fantástica en el Perú pueden rastrearse desde los orígenes de la civilización incaica, que surcan desde las leyendas orales quechuas, algunos relatos coloniales, hasta la consolidación literaria del género en épocas más cercanas. Estuardo Núñez señala que “el cuento es una nueva expresión de narrativa que sólo aparece en el Perú, con caracteres vigorosos, a partir de fines del siglo XIX, ya que con anterioridad a esa época sólo se perfiló el auge de la llamada tradición, especie de cuento histórico y evocativo creada por Ricardo Palma[4]. En consecuencia, en el Perú el cuento fantástico de tendencia tenebrosa ha tenido una eclosión iniciadora muy significativa durante el Modernismo, siendo influencias importantes la narrativa de Clemente Palma, Ventura García Calderón – y cabría mencionar a Octavio Araya y Abdón Pajuelo, como iniciadores del cuento modernista en Ancash.  El Modernismo acogió de manera muy favorable los mundos fantásticos y de índole exótica, con un estilo que llevó al éxtasis y la belleza a muchos artistas[5]; y Ancash fue partícipe de este desarrollo histórico literario, puesto que la aparición de relatos inscritos en lo fantástico en Ancash se dio entre 1885 y 1925, etapa coincidente con un periodo de constante interacción y estrechamiento de lazos entre escritores ancashinos con personalidades de la intelectualidad de la capital, que posteriormente han alcanzado el nivel de clásicos de las letras peruanas; los cuales en su momento abrieron el escenario para el reconocimiento de los aportes y la valoración del talento de estos escritores regionales.   
En esta etapa literaria, cabe citar a José Ruiz Huidobro quien contribuyó significativamente e  la narrativa fantástica.

3.1. JOSE RUIZ HUIDOBRO:


ACTIVIDAD LITERARIA DE RUIZ HUIDOBRO
Nació en Vicos, provincia de Carhuaz el 25 de mayo de 1885, y murió en Lima el 8 de junio de 1945. Desarrolló una intensa actividad periodística como redactor de la revista “La Neblina” (1904), así como en el diario “El Departamento” en calidad de director (1916 a 1026) y fundó el diario “La República” (1927). Luego fue un asiduo colaborador de revistas y diarios de Lima.
Su pasión por la narrativa lo llevó a abordar las más diversas vertientes, desde el cuento con el libro “Aquel panfletario” (1926), hasta la novela, entre las que se puede citar “Historia de un dolor” (1917) y “Derrota” (inédita).

Aparte de su labor como periodista, narrador y poeta, se dedicó a la ardua tarea del  autodidacta.

LA INCERTIDUMBRE DE LA MUERTE:

Edición en rústica de "Aquel panfletario", 1926
Tras la publicación del formidable poemario “Las sendas inholladas”, en la Imprenta Gutemberg de Huaraz (1917)[6], se consolidó como escritor con su obra narrativa[7]. Entre su profusa temática Ruiz Huidobro contribuye al acervo del cuento fantástico en Ancash, con el relato “Memorias de un sepulturero”, que forma parte del cuentario “Aquel Panfletario”, publicado en 1926 con opinión liminar de Francisco García Calderón y prólogo de Luis Varela.
En este relato, Néstor Gonzáles, antiguo sepulturero del cementerio de Belén, deja por escrito en sus memorias las vivencias y avatares de los cadáveres, que impulsados por un hálito inyectado por la quietud de la noche, reviven sus aventuras probablemente inacabadas en vida, con cuerpos agostados y corrompidos, pero con impetuoso ardor.

El día 6 de marzo (el cuento se presenta como un diario) relata de forma directa el inicio de tan macabras escenas, tomando como marco, la arquetípica asociación de lo sobrenatural con la luna. “La luna por entre gruesos nubarrones, apenas alumbra… Mis muertos se pasean. Desde acá los veo. Poco a poco van saliendo de sus nichos y comienzan a estirar los brazos y las piernas para desentumecerse. Pobrecitos. Tienen que permanecer tendidos de espaldas dieciocho horas, para poder distraerse unas cuatro o cinco horas”[8].  

En el fragmento se aprecia el nexo de intimidad que el personaje ha establecido con los muertos, evidenciado en el trato de pertenencia con aquellos cuerpos inertes, sin vida, patéticos, dignos de compasión; sin que tal estado descalifique el amor por ellos. De este relato  se determinan algunas ideas referidas al ámbito desconocido de la muerte, que se intenta describir como la continuación de la vida, tal cual es la existencia en este mundo. Es consecuente por ello que el autor utilice el recurso del diario episódico para presentar hechos increíbles, técnica que logra presentar los hechos de la manera más familiar posible, puesto que no sólo son contados, sino que fueron vividos.

El relato aparte de graficar unas memorias, aclara la intención de reflejar la vida en la muerte, es un paso a tientas sobre lo desconocido en un intento de  comprenderlo, aunque sea desde la imaginación, porque la perplejidad del hombre ante la muerte, sólo es factible de disiparse elaborando imágenes de lo ininteligible.   


[1] MARCHESE, A, y FORRADELLAS, J. Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria. Ariel S.A. Barcelona. 1994. p. 347.  
[2] LLOPIS, Rafael. Historia natural de los cuentos de miedo.  Júcar. Madrid. 1974. P 45.   
[3] BIOY CASARES, A., BORGES, J. y otros. Antología de la literatura hispanoamericana. España. 1977.
[4] Núñez, Estuardo (1965): La literatura peruana en el siglo XX (1900-1965). Editorial Pormaca. México.
[5] TORO MONTALVO, C. Literatura Peruana. Lima. 1994. p. 471.
[6] Biblioteca Digital de Ancash. Recuperado en http://bvirtual-huaraz.260mb.net/
[7] MONGUIÓ, Luis. La poesía postmodernista peruana. Fondo de Cultura Económica. 1954. 
[8] FERNÁNDEZ CUENCA, Justo. Antología de cuentistas ancashinos. Fondo Editorial de Huaraz . 2014. P. 53. Todas las cursivas son extraídas de esta compilación.

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